En las redes sociales, todos somos libres de decir y exponer lo que bien nos plazca; pero las riendas del bicho en el que vamos "sentaditos" pierden el control casi todo el tiempo.
Corría el mes de marzo de 2017, ya nos habíamos visto inundados de contenidos sobre la mujer. Entre el acoso y la lucha, entre la justicia y la equidad. Y es que parece que, detrás de una pantalla de ordenador o de dispositivo móvil, somos poderosos. ¡Y sí que lo somos! Somos los amos y señores de lo que publicamos, de lo que replicamos y de lo que vemos. El criterio se nos resbala entre los dedos mientras tecleamos ansiosamente...
Hace dos días (que no les suene a periódico de ayer, pasa que recién logré animarme a escribir) ingresé a la web de la BBC y encontré una nota que llamó mi atención: Controversia por fotografías en Vanity Fair: ¿es Emma Watson antifeminista por mostrar sus senos? . No soy amante de la información de espectáculo, pero como periodista sé que hay que enterarse de todo. "Lee de todo, hasta para que tengas de qué conversar con la gente", decía un profesor de mi universidad.
Leí la nota con atención, y llegué a la conclusión de que el término feminismo está "híperutilizado" , a tal punto, que perdió su esencia y significado. Sucede que Watson, actriz y modelo británica es reconocida (además de sus papeles en grandes producciones cinematográficas) por apoyar e impulsar principalmente, causas que promueven la igualdad de género.
Llega el momento "cúspide" del tema, y Watson aparece en una serie de fotografías que muestran "algo demás" (para opinión de todos los eruditos y opinólogos). Entonces, la multitud se enardece: ¿CÓMO ES POSIBLE QUE, WATSON, AL LUCHAR CONTRA LA COSIFICACIÓN DE LA MUJER, APAREZCA EN IMÁGENES DE TAL CATEGORÍA? La actriz, se defendió, manifestó que hay una confusión sobre el concepto feminismo, resaltó lo artístico de las fotografías y añadió que el feminismo se trata de "la liberación y de dar opciones a las mujeres" .
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Fotografía de Emma Watson, en Vanity Fair |
Volviendo al drama de las redes sociales, hoy ocurrió un hecho que también llamó mi atención. Se hizo viral un video sobre una pareja saliendo de un motel, el esposo de la mujer en cuestión grabó el hecho y enseguida se viralizó (bien puesto el nombre "viralizar", a veces las redes nos contagian de contenidos basura, y eso sí que es un virus. Resulta casi como enfermarse.).
De inmediato, aparecieron fotografías de la mujer con su esposo, del amante con su esposa, de la mujer y sus hijos, de la vida, pasión y muerte de los protagonistas de este idilio de motel. El afectado, impulsado por su ira, seguramente no pensó demasiado para grabar el video, tal vez tampoco pensó demasiado en lo rápido que podía llegar a millones de espectadores, tal vez tampoco pensó en sus hijos ni en su familia...tampoco lo hicieron todos aquellos que se dedicaron a reenviar el material a su lista de contactos, tal vez no pensaron lo vergonzoso y difícil de la situación...tal vez, simplemente, NO PENSARON.
Sucede, entonces, que entramos en un conflicto moral complicado. Nos hemos dedicado a criticar todo lo que vemos, a viralizar contenidos y a viralizarnos la mente. Nos hemos dedicado a luchar contra una verdad inexistente, o a crearla de la nada y deshacerla cuando nos viene en gana.
Ya no tenemos claro qué es el feminismo, ya no sabemos a dónde va esa lucha. No sabemos si se trata de satanizar a cada hombre que vemos o de satanizarnos a nosotros mismo. No sabemos si lo que debemos hacer es publicar cada cosa que vivimos, o mofarnos de lo que vive el resto.
Dos hechos aparentemente aislados, que tal vez no son prueba de nada o son prueba de mucho. Del morbo, de la burla, del paredón en el que ponemos a los "protagonistas" cada vez que "viralizamos" lo indebido.