Me aflige la despechante idea de que termine la noche.
De que el sol ilumine de nuevo las lagrimas vacías que no brotan,
pero que gritan al cielo rogando que la luz les robe su humedad.
Cuánto tiempo había esperado por que llegue ese momento
que se retrasó diciendo que aun no debía aparecer.
Si tan solo pudiera ver reflejado en el viento lo que vendría después,
no soplaría la brisa para apagar este fuego...
Me tomo un poco el nombre la maravillosa obra de Rosa Montero. Altero el orden del título porque sé que eso es de ella, de Rosa. Mis letras son la mayoría del tiempo un yo que adquiere distintas caras y distintos cuerpos; otras veces no soy yo sino alguien más, escribo para curarme y también para curar, para contar y para SER.
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