Post de 31 publicado en enero 3

Si creyera completamente en las cábalas de fin de año me hubiera comido alguna uvita pidiendo que las ganas de escribir me lleguen cuando deben llegar, y no sin avisarme nada. Sucede que el último día de el 2010 me encuentro en pleno viaje Quito-Guaranda, pero no tengo ni papel ni lápiz ni nada; y escribir un texto relativamente largo en el celular me resulta un poco incómodo y molesto.

El 31 de diciembre es una fecha medio rara/especial, y si alguna vez me sentí "con una pata más allá que acá" es en esta fecha. Uno está tranquilo (en casa propia o ajena) come, farrea, se duerme y se despierta en otro año. Así nomás; y si te gusta bien y si no...también.

Después de que, en el camino, unas 40 o más viudas bloquearan la carretera con palos,piedras, ramas, cuerdas (o todo) para pedir una caridad para el viejito, y de escuchar todas las ocurrencias de las alegres esposas del difunto con nombre de año...cito: "Vos si tienes walmi","El próximo año te queman a vos", "Acuérdate de tu taita ve"... y de ver algunos guaguas carcosos, con los cachetes enrojecidos por el frío del páramo entretenerse cada vez que un auto pasa gritando "regaaaale" mientras agitan las manitos juntas con las palmas mirando al suelo; me detuve a pensar en cómo será el 31 para alguien más.

El 31 de diciembre se ve un montón de cosas que ni de broma veríamos en otra fecha o época del año. Algunos se forran de amarillo por dentro (o de cualquier otro color; todo va acorde a lo que se "anhela" conseguir en el año de estreno), salen a las calles las viuditas alegres (muy sexys ellas) dejan los carros bien bailados y se ganan un par de centavos, se elabora monigotes de todos los tipos recordando a los personajes o sucesos que marcaron el agonizante año, todos se abarazan a las 12 de la media noche; pero, antes de eso, luchan contra el reloj comiéndose 12 uvas, sacan físico de donde no hay para dar la vuelta a la manzana con maleta en mano o apachurran algún billetito con la planta del pie.

El 1ero de enero lo sitios están desiertos, con suerte encuentras algo abierto y con más suerte aun se levantan las víctimas del chuchaqui por la farra de la noche anterior.

No voy a negar que me entretienen las cábalas clásicas de fin de año; pero, dentro de todo esto me pregunto qué sentirán los doctores que están de turno en los hospitales, los viejitos que están en algún hogar, los policías que andan patrullando las calles, los mendigos, los privados de libertad o cualquier otra persona que por una razón u otra no anda "de festejo" la noche del 31 de diciembre. Talvez ellos solo se duermen (o simplemente no duermen) y al otro día todo sigue igual y no hubo ni gota de diferencia la noche anterior.

No niego lo alaja que me parece la fecha en cuestión, pero sí me siento extraña al ver el contraste entre promesas, deseos de éxito, días mejores y vidas que siguen igual que antes y siempre con el año nuevo.

No creo que el fin de año deba tomarse como excusa para ver si, después del abrazo, acto seguido sale alguna "chauchita" medio buena que vire la tortilla de la existencia. Bien están los deseos de felicidad y los buenos augurios en todo sentido, pero siempre y cuando estemos concientes de que cada paso dado y cada acto realizado va en pos de construir lo que somos. Que no se vea como consuelo que "otro añito vendrá, así que poco importa..." mejor actuar hoy (y todos los días) porque el tiempo, como siempre, nos lleva ventaja.

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