Una vez que termine esta caída,
cuando todo sea silencio,
cuando no sientas mis pasos,
cuando el vacío llene la ausencia...
Te olvidarás de todo.
Volverás a ser tú
volveré a ser yo
no recordarás nunca que fuimos uno los dos.
No apresures la llegada
nunca tuvimos un punto de partida.
El principio de esta historia siempre tuvo sabor a despedida.
Me tomo un poco el nombre la maravillosa obra de Rosa Montero. Altero el orden del título porque sé que eso es de ella, de Rosa. Mis letras son la mayoría del tiempo un yo que adquiere distintas caras y distintos cuerpos; otras veces no soy yo sino alguien más, escribo para curarme y también para curar, para contar y para SER.
Bipolaridad Futbolística
Confieso que sé muy poco de fútbol, casi nada. Pero siempre hay algo que se queda ahogado entre los gritos de GOOOL y el sufrimiento de las malas jugadas.
¿Qué hago escribiendo sobre la “pasión de multitudes” si jamás me ha interesado? No soy de las personas que sacrifican cualquier plan por ir a ver un partido. Es más, pocas veces estoy 100% enterada de quién jugó con quién, quién ganó, quién perdió, quién marcó goles o quién le hizo falta a quién durante tal o cual partido.
Mis 21 años me han alcanzado para apasionarme por cualquier deporte, pero nunca por el fútbol. Intenté ser basquetbolista en la primaria, y el intento llegó hasta sexto grado. Al parecer, el único potencial que tenía en tal deporte era mi estatura (pero hasta ahí nomás, porque por el resto…nada) . Al llegar a la secundaria empecé a jugar volleyball, ahí sí me fue bien. Me costó bastante al principio, pero al cabo de un tiempo el esfuerzo tuvo su recompensa, y mi estatura también (no iba a quedarse ahí nomás la pobre, sin hacer nada) .
Si mal no recuerdo, a lo largo de mi vida he visto tres partidos de fútbol. Uno completo y dos a medias. Digo a medias porque juntarse a ver el fútbol entre amigas no siempre es buen negocio, pero ver las buenas piernas de los futbolistas, o las caritas de Cristiano Ronaldo, David Beckham (en su época) o Diego Forlán.…eso sí resulta.
Ayer, durante el partido Ecuador- Brasil, las redes sociales se enloquecieron. En Facebook, el 90% de los estados hablaban del partido. En twitter, el TL estaba lleno de comentarios acerca del encuentro deportivo. En el Blackberry Messenger la estrellita roja que aparece en “Actualizaciones recientes” debe haber terminado muerta, de tanto ir y venir. No culpo a los espectadores por llenarlas; era un acontecimiento importante, sí. Era la última oportunidad de la Tri en la Copa América. Era la prueba de fuego de Rueda para ver si se quedaba o no como Director Técnico de la Selección (o por lo menos, eso entendí).
Entre los dos goles que alcanzaron a gritar y todos los gritos que saltaron al viento hubo algo más. Cuando la Tricolor marcó sus goles todos gritaron eufóricos, felicitaban a los jugadores, y deben también haberse abrazado a la camiseta con el mayor orgullo. Pero cuando se “jalaron” las jugadas… ¿Qué pasó? El “Vamos, arriba Ecuador” sonaba vago y lejano a lado del “Selección de m…” (Citando dos de los estados que pude ver en las redes sociales) Me tomé la molestia de copiar algunas de las actualizaciones que ayer salieron y me llenaron las pupilas, pero también me estremecieron el corazón:
- Negros de m… (con prolongación en “aaaaa” y muchos signos de admiración)
-¿Porqué carajos no hacemos futbol?
-Lárgate, Rueda!!
-Jugamos como nunca y perdimos como SIEMPRE.
-Malditos negros.
Y así…
Si alguien me responde desde cuándo nos volvimos así por un partido, le agradeceré de por vida. Créanme, entiendo la emoción que les causa un encuentro futbolístico (no la he sentido, pero la entiendo) pero lo que no logro entender es a qué viene tanto insulto, tanta grosería hacia los jugadores. Pero si hacían un gol… ahí sí: “Bien, negrito!” , “Linda mi selección”…y el resto?
Creo que para el fútbol, hemos resultado igual que en la política. Si no nos gusta el presidente, que se largue. Si no nos gusta el DT que se largue (o que “Ruede” en este caso , pues así parodiaban algunos con el apellido del individuo).
No queremos perder, pero tampoco nos damos el aliento para ganar. Nos ponemos la camiseta Tricolor y andamos con la frente en alto si hay fútbol, y por afuera algunitos andan pregonando que son de cualquier parte menos de Ecuador.
Es eso lo que me enoja, lo que me arruga el corazón. Que caigamos en tal incoherencia. Que insultemos después de felicitar y felicitemos después de insultar. Que algunos se agarren de conceptos racistas retrógradas para desahogar la ira.Que tengamos archivado el “Sí se puede” solo por si ya estamos dando patadas de ahogado.
Ya decía yo que casi nada se acerca de fútbol, Pero… ¡cuánto se queda ahogado entre los gritos de GOOOL y el sufrimiento de las malas jugadas!
¿Qué hago escribiendo sobre la “pasión de multitudes” si jamás me ha interesado? No soy de las personas que sacrifican cualquier plan por ir a ver un partido. Es más, pocas veces estoy 100% enterada de quién jugó con quién, quién ganó, quién perdió, quién marcó goles o quién le hizo falta a quién durante tal o cual partido.
Mis 21 años me han alcanzado para apasionarme por cualquier deporte, pero nunca por el fútbol. Intenté ser basquetbolista en la primaria, y el intento llegó hasta sexto grado. Al parecer, el único potencial que tenía en tal deporte era mi estatura (pero hasta ahí nomás, porque por el resto…nada) . Al llegar a la secundaria empecé a jugar volleyball, ahí sí me fue bien. Me costó bastante al principio, pero al cabo de un tiempo el esfuerzo tuvo su recompensa, y mi estatura también (no iba a quedarse ahí nomás la pobre, sin hacer nada) .
Si mal no recuerdo, a lo largo de mi vida he visto tres partidos de fútbol. Uno completo y dos a medias. Digo a medias porque juntarse a ver el fútbol entre amigas no siempre es buen negocio, pero ver las buenas piernas de los futbolistas, o las caritas de Cristiano Ronaldo, David Beckham (en su época) o Diego Forlán.…eso sí resulta.
Ayer, durante el partido Ecuador- Brasil, las redes sociales se enloquecieron. En Facebook, el 90% de los estados hablaban del partido. En twitter, el TL estaba lleno de comentarios acerca del encuentro deportivo. En el Blackberry Messenger la estrellita roja que aparece en “Actualizaciones recientes” debe haber terminado muerta, de tanto ir y venir. No culpo a los espectadores por llenarlas; era un acontecimiento importante, sí. Era la última oportunidad de la Tri en la Copa América. Era la prueba de fuego de Rueda para ver si se quedaba o no como Director Técnico de la Selección (o por lo menos, eso entendí).
Entre los dos goles que alcanzaron a gritar y todos los gritos que saltaron al viento hubo algo más. Cuando la Tricolor marcó sus goles todos gritaron eufóricos, felicitaban a los jugadores, y deben también haberse abrazado a la camiseta con el mayor orgullo. Pero cuando se “jalaron” las jugadas… ¿Qué pasó? El “Vamos, arriba Ecuador” sonaba vago y lejano a lado del “Selección de m…” (Citando dos de los estados que pude ver en las redes sociales) Me tomé la molestia de copiar algunas de las actualizaciones que ayer salieron y me llenaron las pupilas, pero también me estremecieron el corazón:
- Negros de m… (con prolongación en “aaaaa” y muchos signos de admiración)
-¿Porqué carajos no hacemos futbol?
-Lárgate, Rueda!!
-Jugamos como nunca y perdimos como SIEMPRE.
-Malditos negros.
Y así…
Si alguien me responde desde cuándo nos volvimos así por un partido, le agradeceré de por vida. Créanme, entiendo la emoción que les causa un encuentro futbolístico (no la he sentido, pero la entiendo) pero lo que no logro entender es a qué viene tanto insulto, tanta grosería hacia los jugadores. Pero si hacían un gol… ahí sí: “Bien, negrito!” , “Linda mi selección”…y el resto?
Creo que para el fútbol, hemos resultado igual que en la política. Si no nos gusta el presidente, que se largue. Si no nos gusta el DT que se largue (o que “Ruede” en este caso , pues así parodiaban algunos con el apellido del individuo).
No queremos perder, pero tampoco nos damos el aliento para ganar. Nos ponemos la camiseta Tricolor y andamos con la frente en alto si hay fútbol, y por afuera algunitos andan pregonando que son de cualquier parte menos de Ecuador.
Es eso lo que me enoja, lo que me arruga el corazón. Que caigamos en tal incoherencia. Que insultemos después de felicitar y felicitemos después de insultar. Que algunos se agarren de conceptos racistas retrógradas para desahogar la ira.Que tengamos archivado el “Sí se puede” solo por si ya estamos dando patadas de ahogado.
Ya decía yo que casi nada se acerca de fútbol, Pero… ¡cuánto se queda ahogado entre los gritos de GOOOL y el sufrimiento de las malas jugadas!
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