Abril es el mes de la concientización sobre la cesárea.
¿Contra cuántos tabúes hay que irse para que las mentalidades se vuelvan más flexibles y abiertas?
Oigan, cuando somos mamás batimos récord de todos esos estigmas que te pone la sociedad (¡palabra de gallero!).
Las mujeres escuchamos voces "expertísimas" en todo:
Que por qué solo lactancia, que deberías complementar la alimentación de tu bebé con fórmula.
Que por qué fórmula y no lactancia. Que si le das demasiado el pecho, que si es poco.
Que por qué le das de lactar hasta después del año, que por qué suspendiste la lactancia antes del año.
Que si BLW o métodos comunes de alimentación. Que si se "acostumbró al brazo" o que deberías atenderle más. Que no le abrigues, que le abrigas demasiado o que le tienes muy desabrigado.
Que si le dejas ver mucha TV o cero TV. Que estaba portándose bien y "justo cuando llegaste" enloqueció.
Que por qué cesárea y no parto normal.
¡Alerta spoiler! En la maternidad NADA (o casi nada) pasa como en un manual. Las casas ordenadas y pulcras solo existen en los comerciales, y las madres radiantes, regias, que no tienen un pelo fuera del lugar tampoco son basadas en la vida real...
No eres menos mamá ni menos mujer por haber tenido una cesárea o un parto normal. No eres menos mamá o menos mujer si decidiste no tener parto normal, tampoco eres menos mamá o menos mujer si por motivos médicos el parto normal no fue opción.
Mirarse al espejo y encontrar una cicatriz que te acompañará toda la vida no es más que un tatuaje que muestra que has dado vida.
¿Y si se ve cuando uses un traje de baño? ¡Mejor! Que se entere el mundo de que eres mamá, con todo tu todo (hasta con esa señal que "sonríe" desde tu vientre).
Palabra de una mamá que tuvo cesárea y que volvería a repetirlo si fuera necesario.
Si eres mamá y no encuentras respuesta, busca bien. Solo tú la tienes.

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