Una brisa fría rodeó el silencio
y congelando el pensamiento se marchó.
Iba muriendo, poco a poco, con el andar de los días.
Él forzaba un respiro aclamando: "Ella es mía".
¡Cuántos infiernos incendiaban la noche amordazada por las dudas!
Ideas consumiendo la lógica, haciéndola nada.
¡Cuántas estrellas murieron apagándose poco a poco!
...Cuánto tiempo...
Con el negro cielo que envuelve este secreto,
brilla la luna en lo alto
y te acariciará su luz
susurrándote mil te quieros.
Que corran los minutos
para resucitar el cielo,
para recorrer lo oscuro
y darle luz con nuestro vuelo.
Me tomo un poco el nombre la maravillosa obra de Rosa Montero. Altero el orden del título porque sé que eso es de ella, de Rosa. Mis letras son la mayoría del tiempo un yo que adquiere distintas caras y distintos cuerpos; otras veces no soy yo sino alguien más, escribo para curarme y también para curar, para contar y para SER.
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