Corta historia de un adiós

Desaparecía en silencio un par de hojas arrugadas
que se juntaban con dos cintas, como manos que se ataban.

Cuánto tiempo había pasado desde aquella triste tarde
en que dos se separaban.
Cuánto tiempo se miraron para que los ojos griten lo que negaron las palabras.
Cuánto tiempo se perdió por alguna razón cobarde.

El adiós golpeaba el rostro de los dos enamorados
mientras rasgaba el corazón un intenso grito callado.

Se detuvo el reloj de arena y caminaron por vez final
un largo sendero de piedras por el que no volverán a andar.

Secretos

Hay secretos que se guardan en los rincones del alma.
Hay secretos que se ocultan y no se borran con el tiempo.
Hay secretos que te encierran en un mundo muy aparte
y hay secretos que se olvidan solo por miedo a que estallen.

Se vuelve casi imposible comprender a las miradas
cuando las palabras dicen lo contrario a lo esperado.
Se vuelven fríos los encuentros si se niega un sentimiento
y los miedos se hacen fuertes si los empaña el silencio.

No existe peor intento que el de opacar las historias.
A veces no queda nada si se escapan de la mente los recuerdos que se evocan.
Poco importa que la memoria se vuelva loca
mientras la vida corra.

¿Qué nos falta a los ecuatorianos?

No se exactamente hace cuánto quiero escribir esto, pero ha pasado bastante tiempo desde que la idea flota en mi mente (lastimosamente no encontró momento para asentarse en este espacio virtual. Por suerte hoy hallé algo de inspiración y, de la mano de esta, la determinación para escribir por fin y a los tiempos).

Si algo pasa una sola vez, se olvida. Si pasa dos, molesta. Si pasa tres...ya es demasiado. Alguna razón habrá, supongo yo.

Hace tiempo me encontraba con mi familia comiendo un clásico antojito post-farra. Llega al "lugar de los hechos" un grupito bastante peculiar. Estaba conformado por unas seis chicas (de 18 años no pasaban) y una señora que, según mis suposiciones, debe haber sido madre de alguna de las guambritas. Se encierran en un circulito y empiezan a hablar en un inglés de máximo volumen, una de ellas contesta el celular con el clásico "qué más" acompañado de un "chuta, y no saliste?" Y luego vuelve a la conversación gringuísima, pero con el quiteño oculto, después de que las otras coreaban un "chuta que tontera que no pudo venir". (Yo pienso: yaff, quiteñasas las manes!)

Segunda situación: mismo sitio, comida post-farra. Una familia entra al lugar, el hijo y la hija hablan todo en gringo (de nuevo) y luego de un momento la madre dice: "Mijita: vos con has de querer con cebolla, no?" (aclaro el arrastradito de la "r" y la "ll" con sonido repetido -osea, cebollllla y quererrr- )

Tercera situación: voy a hacer compras a un supermercado de la ciudad. Frente a mí una chica, igual jovencita, acompañada de una menor y de otra más pequeñita (de cinco años, capaz) que llevaba uno de esos coches que tienen un letrerito que dice "cliente en entrenamiento", o algo así. Aclaro que la protagonista de la historia es la primera; así que haré una breve descripción de la misma: lleva un vestido estilo fiesta de gala (y es domingo a las cinco de la tarde) corsette rojo y falda hasta la rodilla del mismo color,cabello con rayitos oxigenados recogido con una pinza estilo salón de belleza. y zapatillas bora bora (de esas con tirita negra y franjitas de colores). El curioso trío se detiene a mirar algo en el mostrador; y nuestra protagonista habla con las otras dos: "Pará, vos que querés que haga? Decime, querés algo de esta sección?" Después de un momento (me quedé viendo qué pasaba, lo siento pero la curiosidad a veces me gana) habla con un fluidísimo dialecto montubio y se va (Y yo me voy también. Huye, ñañita. Antes de que te contagien -ja, ja- )

No tengo problema alguno con los idiomas, ni con los dialectos, ni con los acentos, ni con NADA. Yo no suelo hacerme líos...De hecho entiendo que algunas veces las personas quieran bromear hablando como si fueran de cualquier otro sitio, menos de acá. Está bien por un rato, está bien cuando no parece que se habla así para ver si nos escuchan hasta los que no deben.

Tuve también (luego de un tiempo) una conversación interesante con un profesor. ¿Qué nos falta a los ecuatorianos? , decía. Complicado encontrar la respuesta.

Lanzo un par de ideas al aire para ver qué tal nos va: Nos falta mirar de frente cuando saludamos, apretar la mano con fuerza, y decir con orgullo que somos de Ecuador cuando nos preguntan. Nos falta querer más al país, nos falta gritar que "¡Sí se puede!" ...y no solo cuando juega la selección.

Pd. Asumo que, dado que los protagonistas son jóvenes, lo que nos falta a los ecuatorianos debe venir desde ese sector de la sociedad. Ahí les va otra idea trillada: "La juventud es el futuro" ... creo que cierto mismo ha sido.

¿Roles?

  Hoy tuve que asistir a una reunión con mi hijo porque, a veces, el plan no sucede como estaba pensado. Estuve casi 30 minutos en una sala ...