Aprender a votar, no a botar

Seguimos caotizados, es un hecho. Mi teléfono y redes sociales están cargados de mensajes de rebelión, de “Fuera Correa Fuera”. De memes, de burlas, de mensajes de gente que dice estar “harta” de “este” país. Y lo dicen así, de un modo que encuentro enteramente despectivo.

Señores, no es “este” país. Es “su” país. No pretendo justificar las acciones del régimen (menos aún unas cuantas que se han llevado a cabo últimamente y que pueden ser un error tremendo). Sin embargo, pienso que esa indignación que nos caracteriza no es consecuencia de un análisis previo. A veces somos así, tan viscerales que podemos mandarnos un “hay que botar al presidente” así nomás, sin pensar en las consecuencias.

Quito bota presidentes. Y nos aferramos a ese hecho como si se tratara de un escudo para las debilidades de nuestra sociedad. Ya pasó con Lucio, le mandamos sacando porque el pueblo se indignó a causa de tanta estupidez. Salimos a las calles con olla en mano y logramos que Gutiérrez salga al fin de su trono en Carondelet.

Ahora, estamos en un momento diferente. No solamente pasa en Ecuador, la economía se volvió vulnerable en todo el mundo. El precio del petróleo sigue tambaleándose.

El estado sigue engordándose y rasgando nuestros bolsillos. Sin embargo, ¿están seguros de que botar al presidente sea la solución? Quién vendrá luego de Correa? Glas, la versión corregida y aumentada del mashi, o tal vez alguno de los revolucionarios verdes. Podemos ir de mal en peor.

Lastimosamente, no existe una oposición fuerte para el actual régimen. Y, señores, haciendo cadenas de mensajes de texto, o enviando videos burlones de todo lo que nos pasa, no ganamos otra cosa que alimentar esa idiosincrasia tan nuestra, tan ridícula a veces.

Reitero, como en los últimos comentarios que he emitido, que no soy partidaria del gobierno. Pero a pesar de todo, botar al Presidente nos va a hundir. Pero así somos, eufóricos, viscerales, emotivos.

Si debe haber un cambio en el país, empiece haciendo su parte. Haga bien su trabajo (agradezca porque tiene trabajo). Llegue puntual, cumpla sus metas, no vaya a sentarse en su puesto de trabajo solo para ver el calendario y esperar que llegue fecha de pago.

No bote basura en las calles, sea más amable, busque ser el mejor en lo que sea que haga. Ocúpese de usted, y de su “metro cuadrado”. Va a ver como ese cambio empieza a replicarse. Después, vaya a las urnas con cabeza fría, y haga sentir su voto. Y si quejarse es lo suyo, actúe después. Que la indignación no va a darle de comer, ni a usted ni a los suyos.

Pd. Desde hoy, hago caso omiso a los llamados a las marchas, a las quejas de la gente. Y no se me acerque para quejarse, acérquese si se siente indignado y quiere hacerme saber alguna idea brillante que se le ocurrió para quitarse esa indignación y hacer algo por “este” país que es tan suyo como mío, y que no merece ser rechazado por nadie, peor por personas que nacieron aquí.


Ah, y si le parece que otras sociedades están mejor, vaya y no pierda tiempo. Que ese inconformismo tan característico le va a llevar a quejarse en tarde o temprano.

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