No he notado como poco a poco ha muerto el día.
Y puede ser que te extrañe todavía, que te quiera todavía,
que te ame todavía.
Cayó la noche; cerró mis ojos.
Y duele tanto.
Duele tanto soñarte y no tenerte;
saber que la esperanza persiste,
saber que no vendrás más,
que tendré que conformarme con verte lejano y extrañarte…
Saber que tu imagen quedó suspendida en mi mente,
sentir todo lo que una vez dijiste,
olvidar que una vez me miraste, y que talvez sí me quisiste.
Olvidar todo y empezar de nuevo sin tí.
Será difícil, no lo niego.
Quiero olvidarte, pero aún estas ahí.
Debo dejarte, duele arrancarte de mi mente.
Duele quererte y no tenerte, duele extrañarte…
Pero duele más tener que olvidarte.
Me tomo un poco el nombre la maravillosa obra de Rosa Montero. Altero el orden del título porque sé que eso es de ella, de Rosa. Mis letras son la mayoría del tiempo un yo que adquiere distintas caras y distintos cuerpos; otras veces no soy yo sino alguien más, escribo para curarme y también para curar, para contar y para SER.
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