#AléjalesDelCelular

Recuerdo de manera impecable aquella vez en la que visité a mi sobrino. Él tenía unos cinco meses de edad y estábamos jugando en su cuarto. Por un descuido (o por simple reflejo) dejé mi celular sobre la cama, él lo tomó, manejó el menú con sus manitos y, por intención o por coincidencia, llegó al menú de juegos y abrió el primero que aparecía. “Los niños de ahora ya vienen con el chip” –Me dije.

Ahora, él ya creció. Es un niño lindo, juguetón, súper creativo y, pese a su corta edad, podemos tener una conversación coherente de todo. Él me ha preguntado si me siento triste porque mi esposo está de viaje, me cuenta cómo le va en la guardería y cuando nos vemos me incluye en sus juegos con carritos, trenes y pistas.

 Incluso recuerdo que una vez nos inventamos toda una historia de piratas para jugar a la “aventura” en la que él era el capitán y debíamos huir de un buque lleno de piratas malos. No había ni tal buque, ni tales piratas malos. Solo éramos él y yo imaginando todo el escenario antes de su hora de dormir. Recuerdo claramente su carita, él se asustaba si estábamos cerca de los piratas malos e incluso me decía que hable despacito para que no nos escuchen.

Estoy convencida de que la imaginación es uno de los grandes tesoros que tenemos las personas. Lo siento así porque desde muy pequeña, aprendí a inventarme juegos, a entretenerme con lo que tenía a la mano (sin que necesariamente sea un juguete), a imaginar escenarios y a crear historias a partir de ellos. 

Con mis primos, cuando éramos niños, jugábamos al restaurante, a la oficina, a la familia, e incluso imitábamos el Juego de la Oca o el concurso de canto de Sábado Gigante en el que aparecía el chacal. Todo se valía, y pocas veces recuerdo haber dicho que “estábamos aburridos”.

Ahora, las cosas son distintas. La tecnología se ha ido ganando todo el espacio. La usamos para todo, es nuestro medio de conexión, nuestra fuente de información, distracción y casi todo. Tengo que hacer un mea culpa y aceptar que reviso redes sociales bastante seguido, y en esas andadas justamente me encontré con un interesante artículo de Diario El Universo: "Los huérfanos digitales, niños con problemas de conducta”. El solo titular me aterra “Huérfanos digitales”, niños solos, claro está… pero, ¿solos en compañía de la tecnología?

Sin tener un fundamento netamente científico, mis instintos de mujer/aún no madre/persona, me llevan a pensar que la tecnología puede resultar grave para los niños, pero jamás imaginé que el efecto pueda ser tan fuerte.

Veo a la tecnología como la salida fácil. ¿El niño está aburrido? ¿El niño no quiere comer? ¿El niño no tiene con quién jugar? ¿El niño se cansó de pintar en su libro de dibujos? HAY QUE DARLE EL CELULAR, LA TABLET, LA COMPUTADORA. Eso, así se queda quieto, callado y educado. 

A Youtube no se le acaban los videos, al teléfono no se le terminan los juegos, y aunque al aparato se le acabe la batería, al niño no se le acaba y con la misma viada con la que empezó a manejar los aparatos irá a buscar un enchufe para quedarse pegado a la pared con su amigo celular.

En el artículo del que les hablo, constan varias versiones de profesionales en el tema que me atemorizan. De estas, quiero rescatar tres puntos importantes (no es quel el resto no lo sean), para ello, me permito copiar extractos de mencionado texto:

  • “Es sumamente negativo y termina con la creatividad innata y propia de los infantes, luego son niños y niñas sin un desarrollo físico sano y adecuado a su edad y desarrollo”, refirió la psicóloga Ana Lucía Alarcón porque considera que los infantes se convierten en receptores pasivos del contenido de estos artefactos.
  • “Una vez que los papás dan estos dispositivos (celulares) y se olvidan por completo de sus hijos ahí se va perdiendo ese vínculo social, esa parte afectiva y por eso vemos a muchos niños con problemas de agresividad actualmente en las escuelas y colegios. Esto se da por la falta de atención de los padres”
  • Al crecer, los menores que no son tratados psicológicamente por esta conducta también tienen dificultad para socializar con las personas, para tener una relación sentimental, refirieron los especialistas".



No tengo hijos aún, pero cuando los tenga espero poder controlar esto que parece tan complicado. Sin embargo, sobre la base de lo expuesto me atrevo a afirmar que TODO es cierto.

Un dispositivo electrónico entrega el pack completo, texto, imagen, sonido, movimiento…TODO! Los celulares son las niñeras electrónicas ideales, pero eso sí, las más peligrosas.

Con un dispositivo electrónico un niño se aisla por completo, no entiende la importancia de conversar, de compartir, de contar, y tampoco entiende la importancia de relacionarse con el resto de gente porque TODO lo encuentra en ese aparato diminuto que lo acompaña siempre.

Un niño que usa excesivamente un dispositivo electrónico tampoco es capaz de desarrollar su creatividad. Es cierto, hay miles de aplicaciones, videos, juegos que “desarrollan el intelecto de los niños”, pero nada se compara con entender y sentir la naturaleza, con ganar la capacidad de imaginarse alguna actividad para jugar o entretenerse, con armar un balón con un montón de trapos o papeles o con dibujar una rayuela en el piso y jugar hasta que caiga la noche.

¡Qué valioso enseñarle a un niño a conversar, a relacionarse, a entender el mundo desde la perspectiva de los humanos de carne y hueso, y no de aquellos que aparecen en la pantalla de los dispositivos electrónicos (muchas veces nada humanos)!

  

Para Daniela, madre de un niño de tres años, la batalla para evitar que la tecnología gane terreno con su hijo es una lucha constante. La tecnología es inevitable, es real, está ahí. Pero está en nuestras manos (padres, tíos, primos, abuelos) evitar que esta acabe con lo único que nos diferencia a los seres humanos de los animales: la racionalidad, la capacidad de relacionarnos y de entendernos.

Enseñemos a nuestros niños el verdadero valor de jugar, de imaginar, de SENTIR el mundo (no el valor de sentir una pantalla o un teclado). Enseñemos a nuestros niños a leer, a encontrar en un libro mundos infinitos, a imaginar. 

#AléjalesDelCelular ¿TE UNES?

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